Disfrutar sentado

Siéntate de tal modo que te sientas relajado y feliz durante todo el tiempo que permanezcas sentado. Mantén la espalda recta y las manos juntas sobre tu regazo. Si se te duermen los pies o las piernas o empiezan a dolerte mientras estás sentado, simplemente ajusta la posición con plena consciencia.

Deja que todos los músculos de tu cuerpo se relajen. No luches ni te esfuerces. Ya no necesitas correr más. Tu verdadero hogar está aquí y ahora. Eres sólido y libre. Puedes sonreír, relaja todos los músculos de la cara. Comienza siguiendo con atención tu inspiración y espiración.

Cuando surja un pensamiento, identifícalo y reconócelo. Puedes aprender mucho observando lo que pasa en tu cuerpo y en tu mente durante la meditación sentada. Podemos estar con lo que quiera que haya en nuestro interior, ya sea dolor, ira, irritación, alegría, amor, o paz. Estamos con lo que haya en ese momento, sin ser arrastrados. Lo dejamos venir, lo dejamos estar y lo dejamos ir.

No hay necesidad de presionar, oprimir, o pretender que nuestros pensamientos no están allí. En lugar de esto, podemos observar los pensamientos e imágenes en nuestra mente con ojos amorosos y de aceptación. A pesar de las tormentas que surjan en nosotros, permaneceremos con quietud y calma.

Dirige tu atención plena a lo que está dentro y a también a lo que te rodea. Deja que tu mente se haga espaciosa y tu corazón amable y suave. Abandona cualquier lucha y disfruta sentado y sonriendo. Es un momento privilegiado. Eres tu propia isla. Es tu preciosa oportunidad para relajarte y ser tu mismo. Al sentarnos y respirar, producimos nuestra verdadera presencia en el aquí y ahora y la ofrecemos a nuestra comunidad y al mundo.

Este es el propósito de sentarse: estar aquí, completamente vivos y totalmente presentes.

Necesitaremos un poco de entrenamiento para tener éxito en nuestra actividad sentada. Estamos tan acostumbrados a hacer algo (con nuestra mente, con nuestro cuerpo) que sentarse y no hacer nada puede ser difícil al principio.

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